La estrategia de Córdoba como la de la década anterior consta de planes estratégicos generales y de sectores. Pero por sobre todo cree en la utilidad de proyectos urbanos que comportan la lectura de áreas relativamente calificables y con proyectos como instrumentos de construcción de la ciudad.

De lo singular a lo general como en todo proyecto.

Se define esencialmente por dos grandes acciones. Primero descentralización municipal en nuevas instituciones los Centros de Participación Comunal como minimunicipios interbarriales que por programa administrativo, político y cultural genere centralidades nuevas dotadas de poder simbólico de catedrales laicas, centros generadores y atractores donde cristalice la vida democrática de centros vecinales, alcaldes electos, representantes de base unidos a los sectores administrativos y amplias facilidades culturales de auditorio, salones de exposición, bibliotecas, talleres culturales (de cocina, idiomas, computación, baile, etc.) que construyen un nuevo polo en la periferia magmática, en la suburbia desurbanizada y desurbanizante.

Estos polos están localizados en los radiales de Córdoba, ciudad radial y concéntrica (por localización y evolución histórica) y un anillo interior a la circunvalación como ronda interior. Los equipamientos están definidos por radios de acción, coeficientes de utilización y dimensional, reconocibles como CPC, partes de un proyecto global. Mientras en la ciudad histórica todo es diferente pero coherente, en la periferia todo es diferente pero incoherente. Estos edificios construidos en simultaneidad con los de la universidad se apartan de un discurso minimalista y se enrolan en una gestualidad apropiada para lidiar con galpones, gasolineras, nudos viales de la hipermodernidad del contexto nada idílico.

La otra operación estratégica es la de continuar el verde existente con un sistema de nuevos parques (De la Vida, etc.), boulevares, que generen una red no solo higienista sino de articulación significativa.