El edificio se resolvió como hito urbano paisajístico.

El salón comunitario y las aulas alrededor se ubican en el subsuelo, usando el desnivel pre-existente en el sitio.

Este salón tiene un valor simbólico porque es el lugar de la catequesis y congregación vecinal.

La nave completamente cerrada al exterior se ilumina por lucernarios que materializan la luz y la llevan al interior del templo.

Dichos lucernarios triangulares ubicados en las cuatro esquinas llegan a un mismo nivel que la cúpula alegórica igualmente triangular que demarca una inflexión en la nave aludiendo a la clásica esfera celeste de las cúpulas de los transeptos clásicos.

Dos tubos continuos de plástico materializan otra incorporación de luz y una presencia nocturna de la iglesia en el paisaje tan característico de luces, que subrayan la arquitectura de esa villa recreativa y turística de Carlos Paz.

El coro, bandeja de losa casetonada al igual que la nave, lo atraviesa generando un intervalo espacial.

El altar tiene un retablo posterior que rescata la tradición colonial en lenguaje moderno.

Las dos torres celestes azules en los extremos del eje, aluden una a la preparación y recepción de los fieles y otra, a la preparación del ministro, ambos se encontrarán en la unidad del Templo.