La estrategia para el Parque de la Vida se inicia con el aprovechamiento de algunos algarrobos existentes, el cauce natural de la La Cañada y una línea de viejos eucaliptos, y proyecta continuar la trama geométrica urbana con vías pergoladas con enredaderas. Se propone igualmente una larga recova que hace de protección e introduce una geometría irregular, mediadora entre el damero y la libertad del curso del agua y los arroyos naturales que se forman en épocas de lluvia. A estos trabajos, se incorporan los laberintos de la vida en prunus, bolianas y fresnos, describiendo volúmenes geométricos puros. Un equipamiento deportivo en ambos extremos suma su dinámica propia al valor recreativo pasivo. Asadores, confiterías, quioscos, estacionamientos, juegos de niños, estares, arquitecturizan el paisaje de praderas, bosques libres y bosques geometrizados. Los molinos y tanques australianos, que proveen de riego por gravedad al parque, hacen de puertas al espacio público.